Mi balcón comestible: sobreviviendo a la ola de calor y a las plagas.

Menudo mes de julio estamos teniendo: entre la ola de calor y las plagas, el trabajo se acumula en mi balcón comestible. Menos mal que no todas las temporadas de cultivo son así, que si no…

Está siendo una temporada de lo más rara. Es cierto que en un huerto siempre hay trabajo y si se trata de un huerto urbano diría que, comparativamente al espacio que dedicas, más, porque si tienes cinco metros cuadrados los quieres aprovechar a tope y pones cultivos hasta en las grietas de las paredes 😉 Pero no recuerdo otra temporada tan laboriosa como esta. ¡Es un no parar! Normalmente, te animas cuando llega la hora de cosechar, sin embargo, esta época me estoy animando poco: aparte de las lechugas, espinacas, acelgas y rabanitos, todo lo demás ha dado mucho trabajo y pocos frutos.

También estaba la cuestión de dejar resuelto el asunto del riego para que cuando me vaya unos días de vacaciones, los cultivos no pasen sed, así que si no estaba sustituyendo cultivos afectados por las plagas, estaba renovando el sustrato, o rociando tratamientos preventivos, o pulverizando con agua las hojas y los pies de las plantas para que aguantaran el calor tremendo que está haciendo… Cuando no hacía nada de todo esto, tocaba fabricar sistemas de riego para los tiestos faltantes. Pero bueno, a falta de un par de trasplantes que he dejado para mañana porque ya daba el sol en el balcón, mi lista de pendientes ha tocado fondo y mi balcón comestible luce así:

IMG_0868

Mis pimientos tomando el sol

 

Pepinos, calabacines y lechuguitas al sol.

IMG_0865

Mi balcón comestible: sobreviviendo a la ola de calor y a las plagas.

Ahora que  ya he descansado un rato y miro las fotos que he subido,  me hace ilusión verlo. Cuando estoy volcada en sacarlo adelante, todo es trabajo y tomar decisiones sobre la marcha… Es después, cuando vengo al blog a actualizarlo y veo con tranquilidad las fotos que he tomado, que me doy cuenta de que ¡mi balcón está precioso! A pesar de todos los pesares, incluso hasta las tomateras que ves al fondo, le siguen plantando cara a la araña roja y están fructificando. He tenido que podarlas a fondo, pero siguen allí y los tomates que ves, no están afectados. No crecerán mucho más, pero están sabrosos (¡ya he cosechado unos cuantos!).

Después de mes y medio de lucha sin cuartel y a pesar de que la ola de calor sigue aquí, asándonos un poquito más cada día, mi balcón comestible sigue en pie, y, lo más importante, produciendo.

Firmado: una hortelana feliz 😛

Cucurbitáceas: Araña roja 1, Patricia 0.

Sí, con todo el dolor de mi corazón, he de admitir una nueva derrota.

En realidad, no fue solo una plaga de araña roja lo que acabó con mis calabacines y pepinos; primero fue el mildiu quien hizo estragos y cuando lo tenía más o menos bajo control, llegó «ella».

Parece increíble que siendo tan pequeñaja pueda organizar semejante desastre cuando se extiende en un huerto, pero así es. Tratándose de un maceto-huerto o balcón comestible, se convierte en la reina en un abrir y cerrar de ojos. ¡Y menudo descalabro! Creo que las únicas plantas que no llegó a atacar eran las que ya me había comido 🙂

En los pimientos y lechugas, logré controlarla a tiempo y las plantas ahora se ven muy bien -¡toquemos madera!-. En las acelgas tuve que recurrir a una poda de emergencia -una poda, digamos, un tanto drástica- y ya veremos si los nuevos brotes salen bien. En las tomateras a base de quitar hojas/ramas afectadas y pulverizar, he conseguido que las plantas aguanten, incluso que fructifiquen, pero los pobres calabacines y pepinos

El control ecológico de esta plaga tiene sus bemoles. Algunos hortelanos informan de buenos resultados con tratamientos de azufre y también de aceite de neem cuando se dan los primeros síntomas, muchos -muchísimos- otros reconocen que lo han probado todo y nada les ha funcionado. En mi caso, siempre que se ha presentado la araña roja, lo ha hecho atacando partes nuevas de cultivos que ya habían estado expuestos a otras plagas con lo cual su crecimiento se había visto afectado. Mi balcón comestible es pequeño y la ventana anual de productividad de cada cultivo es la que es, de forma que me compensa más sustituir las plantas enfermas por otras nuevas, que dedicar tiempo, espacio y recursos a encadenar tratamientos que, en cualquier caso, solo servirán para mantener viva a la planta si hay suerte, no para que de frutos. Además, la presencia de estas plagas es un signo de que algo no hacemos bien, y me parece mucho más importante invertir tiempo y recursos en averiguar qué falla y resolverlo. Más sobre este tema en una próxima entrada.

Así las cosas, eliminé las plantas enfermas y preparé una mezcla de sustrato nueva (1). Como mis siembras de pepino y calabacín son todavía muy jóvenes, compré unas mayores(2) y esta tarde, cuando se esconda el sol, las trasplantaré.

IMG_0863

Macetas preparadas para recibir el trasplante.

IMG_0860

Plantitas preparadas para el trasplante

 

IMG_0862

Mi semillero. Plantas jóvenes para futuros trasplantes.

La verdad es que los diluvios y las olas de calor que hemos sufrido a lo largo de un mes -tampoco te creas que han transcurrido meses entre unos y otras-, han contribuido a complicar las cosas muchísimo en mi balcón comestible. Pero me gusta tanto cultivar mi huerto y espero estos meses con tanta ilusión que me da igual; asumo mi derrota y vuelvo a la carga. Además, ¿no dicen que «el que la sigue, la consigue»? Pues eso 😛


(1) El sustrato antiguo lo puse a compostar, después de haberlo limpiado bien.

(2) Compré cuatro plantitas en total: 2 de calabacín (un de la variedad redonda), 1 de pepino y 1 de tomate, variedad «corazón de buey» que nunca lo he cultivado. Volví a usar la empresa cocopot.es y nuevamente, he quedado súper satisfecha con el nivel de servicio. Las plantas, que vinieron directamente desde el vivero, llegaron intactas, y de la fecha de pedido a la fecha de entrega transcurrieron tan solo 72 horas. Muy, muy bien.