El verano no fue demasiado bien debido principalmente a viajes y a exceso de trabajo, pero en otoño me sucedió lo que nunca: ¡el balcón comestible a pleno rendimiento!
Normalmente, mi temporada de huerto-balcón suele acabar a finales de septiembre u octubre, como muy tarde. Razones varias: primero, el clima en mi balcón no suele ser propicio para cultivar cuando se acerca el invierno. Si las horas de sol son limitadas incluso en pleno verano, a medida que avanza el otoño la cosa empeora. Segundo, por cuestiones de tiempo; son épocas fuertes de trabajo para mí y toca administrarlo bien. El verano de 2017 a pesar de que dejé de actualizar el blog en mayo, continué con mis cultivos hasta finales de julio. Luego, tuve que interrumpir las nuevas siembras, que retomé en septiembre más por «gusanillo horticultor » que otra cosa. Pero el tiempo se puso de mi parte y continuó así prácticamente todo el invierno. ¡Increíble!
Estaba tan animada que volví a sembrar zanahorias (un cultivo que en mi actual balcón comestible siempre se me daba fatal en maceta) y esta vez, fue de maravilla. 🎉
Y por eso de que más vale tarde que nunca, así lució mi balcón comestible en los meses de Octubre a Diciembre de 2017:
He vuelto a «re-localizar» los sectores en busca de aprovechar mejor las horas de sol y usé plástico para protegerlos por las noches. Lechuga «Cuatro Estaciones», espinaca «Matador», rúcula silvestre, acelgas de penca blanca y zanahoria «Nantesa» fueron los cultivos encargados de ponerle color a mi huertito urbano durante el invierno.
¡Y ahora que ha vuelto la primavera comienza lo mejor mejor! 😜