Mi balcón comestible en junio de 2015.

¡No puedo creer que haya transcurrido un mes desde que abrí este blog y publiqué las primeras fotos de mi balcón comestible! Si parece que fue ayer…

Lo primero a comentar es que cada día que pasa me alegro más de haber tomado la decisión de crear esta bitácora. He conseguido cosas con ella que no tenía previstas como ordenar mejor mis notas manuscritas y apuntar mis observaciones escrupulosamente, sin dejarme nada, o usar el blog a modo de «recordatorio» del estado de un experimento y cuál ha de ser su próxima actualización (y cuándo). Incluso tengo la sensación de que me ayuda a estar más pendiente de encontrar soluciones alternativas a experimentos que no van del todo como esperaba. ¡Hasta me sirve como terapia anti-estres! Porque no te imaginas el alivio que supone sentarme y escribir sin más. No tener que mantener una programación ni devanarme el seso buscando temas con los que alimentar el blog ni imágenes para decorar las entradas (saco fotos de todos mis cultivos varias veces en semana, así que tengo un suministro de imágenes propias casi inagotable. Desde luego, muchas más de las que necesito para el blog). En serio, ¡te lo recomiendo, son todas ventajas! 😉

Las últimas cuatro semanas han sido ajetreadas de trabajo debido, principalmente, a que no sólo tuve que vérmelas con el pulgón negro. El mildiu y la araña roja también han hecho acto de presencia, así que me la he pasado con la mochila de pulverizaciones al hombro aplicando ahora cola de caballo, ahora pudín de ortiga, ahora decocción de ajo en un bucle sin fin.

Verás que he tenido que hacer limpieza a fondo de hojas y tallos y que en general mi balcón se ve mucho menos «selvático», pero creo que la cosa está (más o menos) controlada.

Mi balcón comestible en junio de 2015.

Junio 2015. Vista parcial Sector A y B.

 

Mi balcón comestible en junio de 2015.

Junio 2015. Vista parcial sector B.

Pero no todo ha sido «pulverizar» y aclarar, también ha habido lugar para cosechar algunas lechugas, acelgas y aromáticas y para ver aparecer pequeños frutos en tomateras y pimientos. Y si conoces de primera mano cómo es la experiencia de ir a servirte la ensalada a tu balcón, ya sabes de lo que hablo. ¡Grandioso, ¿a qué sí?! 😀

Por supuesto, también me ha dado tiempo a hacer unas cuantas siembras. Algunos brotes son tan pequeños que ni con zoom se aprecian, pero otros sí. Otros ya son «señores brotes», como estos:

Siembras de junio. Rabanitos.

Señores Rabanitos 😛

Siembras de junio. Rabanitos y judías.

Más rabanitos. Las judías aún no se ven.

En semillero también tengo siembras de escarola y lechuga romana, pero no se aprecian en las fotos que tomé. La próxima actualización seguro que ya serán notables.

Así que la conclusión de estas cuatro semanas es: cansada, pero feliz 😀

A ver qué me depara junio/julio.

¡Hasta la próxima!

 

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